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Steve Wynn

 

   Steve Wynn nació en Santa Mónica (California) en 1960. A Los nueve años tuvo su primera guitarra: una acústica de cuerdas de nylon. La primera canción que escribió fue Sing My Blues. Y su primera banda The Light Bulbs tocaba en fiestas de colegios,aunque el componente de más edad sólo contaba con 10 años. Steve comenzó escribiendo y tocando la guitarra en Suspects, unos pioneros de la New Wave. Se mudó a Los Ángeles con la cantante de Suspects, Kendra Smith, y alli dio su primer paso para la formación de The Dream Syndicate. Tocaron juntas par vez primera en 1981 y grabaron su primer LP en 1982. Seguidamente editaron su álbum The Days of Wine and Roses, considerado como uno de Los más importantes trabajos de rock de todos Los tiempos. Casi inmediatamente ficharon con A&M Records, con quien grabaron Medicine Show, que ha sido nombrado recientemente, par el diario londinense The Guardian, como uno de Los mejores cuarenta álbumes de rock. La banda se deshizo en 1988. En 1990, Steve Wynn volvió con su primer álbum en solitario: Kerosene Man. Grabaciones directas y crudas, o producciones con ecos del pop artesanal de los 60, se han ido alternando en el trayecto con proyectos paralelos tan encomiables como Gutterball -cuyos conciertos por España a mediados de los 90 son recordados como fundamentales en su actual posición- o el más reciente disco por poderes con Australian Blonde.

   «  Me apasionan los escritores capaces de meterse en un personaje y romper todas las barreras entre la forma de pensar y hablar de este y el oyente. La mayoría de mis letristas favoritos saben transmitir la honesta rima con que habla la gente» (Steve Wynn)

   Tanta actividad en distintos frentes -a principios del 2000 prometió que cada mes colgaría una nueva canción en internet y lo cumplió- hace que a menudo se le pregunte por qué no ha catado todavía el éxito masivo, o por qué parece satisfecho en esa tercera división donde habitan los músicos de culto. Conociéndole desde hace años, sugiero que se debe precisamente a ese carácter despierto y voluble, y a que su ambición es puramente artística. Steve Wynn es, por encima de intérprete y autor de canciones, un buen tío. Una excelente persona en un negocio de tiburones. ''Me gusta el lugar que ocupo'', responde. ''No podría haber imaginado un mejor escenario cuando en 1982, con veintidós años, grababa mi primer disco. Siempre me sentí atraido por las figuras de culto: Modern Lovers, Stooges, Velvets, Television, Only Ones, Gun Club… nunca pensé en limusinas, discos de oro o las demás trampas del estrellato rock. El paraíso era para mí hacer discos cuando quisiera y exactamente como quisiera hacerlos. La posibilidad de ver mundo y tocar para gente en ciudades que jamás había soñado visitar. Hacer todo eso y llamarle trabajo. Me parecía un sueño distante, pero todo se ha cumplido. Me gusta el hecho de que llevo tiempo en esto y tengo un público que me respeta, lo que me permite hacer más o menos todo lo que quiero. De hecho, a menudo siento que mis seguidores disfrutan más cuando me entrego intensamente sin pensarlo dos veces. No tengo que preocuparme por contentar a ejecutivos discográficos y, si mis ventas descienden un diez por ciento, nadie en el departamento de promoción va a quedarse sin su regalo de navidad. También puedo grabar y girar más a menudo, y en esencia ser más un 'artista' que un 'producto'. Es una buena vida''.

 

   Entrando en la cuarentena todo se vé con más perspectiva, sin la preocupación por el futuro de la última juventud. Lo sé por experiencia: cuando empiezas en este mundillo todo parece efímero, debes aprovecharlo mientras dure, pero llega un punto en que, si llevas lo bastante haciendo lo mismo y alguien compra, pierdes el miedo a que se acabe esa tarea que ocupa tus horas y te da de comer. ''Hubo una época, los últimos años con Dream Syndicate, en que me sentía inseguro, anhelaba mantener con vida el sueño'', reconoce ahora. ''Escuchaba lo que sonaba por la radio, seguía las listas de éxitos buscando bandas similares a la nuestra en una mejor posición y emulaba lo que hacían. Una práctica muy común entre las bandas cuando llegan a su tercer o cuarto álbum. En consecuencia, hice mi peor disco, «Out Of The Grey». A principios de los 90 regresé al punto de partida, a hacer discos que me gustaran personalmente, discos que yo compraría y serían mis favoritos de aquel año. Me parece una buena meta''. Un objetivo que, tras grabaciones de construcción más declaradamente pop, se cumple fehacientemente en la abigarrada espontaneidad rock de «Here Come The Miracles», el doble álbum que grabó a finales del pasado verano en Tucson, Arizona. Un disco que sólo podía concebir y realizar llegado al ecuador de la vida, una obra que conecta subterráneamente -y en trayecto de regreso hacia el pasado- con el legado de su primera banda. The Dream Syndicate hubieran pasado a la historia sólo con los dos elepés publicados cuando el guitarrista Kark Precoda todavía estaba a bordo, pero Wynn ha demostrado con sus canciones y su resistencia que, contradiciendo a Neil Young, a veces es posible no quemarse ni desvanecerse. Cree en mañana, la siguiente ciudad, el próximo disco. Esto le ha mantenido en marcha y sin arrugas.

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Steve Wynn | Amphetamine